Y ahí nos encontrábamos, a la madrugada del viernes 3 de junio del 2022. Esperando a que el avión despegue, con toda la emoción y ganas de que empiece la travesía en Perú, un viaje místico que pondría fin a nuestro último año en la Unidad Educativa Particular Despertar SKAS. Así comenzó, desde el inicio, con distintas anécdotas y aprendizajes para las 11 personas que nos encontrábamos.
A pesar de las adversidades que surgieron al inicio del viaje, no dejamos que las emociones negativas nos dominen, por lo que al día siguiente nos dirigimos hacia la ciudad de Ica, donde visitaríamos un desierto en el oasis de la Huacachina y tendríamos la oportunidad de realizar sandbording. Quedamos impresionados al ver el paisaje y sobre todo al poder apreciar un hermoso atardecer al fondo de las dunas, sin duda, fue la mejor manera de iniciar este viaje.
Pasaban los días y cada vez se ponía más emocionante. Sobrevolamos las líneas de Nazca en avionetas, después tuvimos un viaje largo para llegar a Cusco y posteriormente al día siguiente al valle sagrado. En estos sitios pudimos visitar distintos complejos arqueológicos y centros ceremoniales, como, por ejemplo: Tambomachay, un centro ceremonial al agua, o asimismo, el centro arqueológico científico agrícola de Moray, ambos lugares muy interesantes por su historia. También visitamos las salineras de Maras y observamos la fabricación de los tejidos tradicionales de Chinchero.
Todos procurábamos disfrutar cada momento, ya que el viaje culminaría el lunes 13. Ya era 7 de junio y nos encontrábamos recorriendo la ciudad sagrada de los incas, Machupicchu, una de las maravillas del mundo. Era impresionante observar la arquitectura que tenía cada templo o incluso cada pared de la ciudadela inca. Tiempo después estaríamos ascendiendo la montaña Waynapicchu para contemplar un hermoso paisaje lleno de montañas con distintos tonos de verde. Fue un momento mágico para recargarnos de energía y soltar todo aquello que no lo necesitemos.
De igual forma, los últimos días tuvieron un gran significado para cada uno de nosotros, empezamos visitando las islas flotantes de los Uros, conviviendo con los habitantes de la isla de Amantaní y finalizamos visitando la isla de Taquile.
Con todas las vivencias que tuvimos en Perú, creo que cada uno se lleva aprendizajes y recuerdos inolvidables. Fue un viaje para mejorar la convivencia con los demás, pero también para tener un momento de conexión y autoconocimiento con uno mismo. Apreciar asombrosos paisajes y atardeceres únicos que transmiten sentimientos y emociones que no se logran expresar con palabras.
Doménica Rosero
ErdKinder Omega
